domingo, 27 de septiembre de 2015

GONZALO GUERRERO




Gonzalo Guerrero: "el renegado"



Conocido como “el Renegado” por los españoles, fue el primer español en asentarse con los indígenas mayas, a quienes defendió hasta su muerte, en 1536.

En agosto de 1511, Gonzalo Guerrero formó parte de una expedición marítima con destino a la Española, en Cuba; días después de zarpar de Darién, en Panamá, la embarcación naufragó cerca de la Península de Yucatán, y 18 de los 20 sobrevivientes al naufragio fueron sacrificados por los indios cocomes.



Fue capturado y esclavizado por los mayas. Pero cuando siete años después Hernán Cortés quiso liberarlo, Gonzalo Guerrero ya se había convertido en un indígena más. Su extraordinaria peripecia no pasó a los grandes libros de historia porque se lo tachó de traidor, pero una película recupera ahora a uno de los personajes más apasionantes que dejó la conquista de América.

Enamorado de la hija de un jefe maya, Guerrero se había casado y había tenido hijos; los primeros mestizos entre dos mundos. Cortés recibió su negativa como una intolerable traición. 


A partir de ese momento Gonzalo Guerrero fue considerado un traidor, un hereje y un apátrida. Cuando posteriormente los españoles intentaron conquistar la tierra de los mayas, Guerrero instruyó a estos en las técnicas de batalla necesarias para contrarrestar los ataques españoles. Por primera vez, los conquistadores se enfrentaban a gentes que no temían a los caballos, que hacían empalizadas y fuertes en los lugares de paso, que no temían el sonido de los disparos y que habían adaptado sus armas para las nuevas situaciones de guerra. Los cronistas de la época, que escribieron mucho después sobre el enigmático personaje, siguieron los intereses y las indicaciones de quienes los pagaban. Y para algunos la figura del Guerrero traidor les venía como anillo al dedo. La presencia de un personaje como Guerrero pudo contribuir muy bien a explicar el gran fracaso de Francisco de Montejo en la conquista de Yucatán. 


A Gonzalo las circunstancias le ayudaron a tomar la decisión, primero, porque no estaba muy seguro de dónde se encontraba (en Chectmal, la actual Chetumal); segundo, porque no tenía acceso a un barco que le pudiese llevar de vuelta a Cuba y, tercero, una vieja razón: el amor, o algo que se le acercase (conveniencia, lujuria, etc.).

  

Disciplinó a los indígenas, los adiestró en el manejo de las armas y la construcción de fuertes, trincheras y baluartes, murió en 1536 al defender a los mayas de las tropas del capitán Lorenzo de Godoy.

 


Hoy, es considerado como el “Padre del Mestizaje” y un monumento a su persona se encuentra, paradójicamente, sobre el Paseo Montejo en Mérida, Yucatán.


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